thamar y las palomas

 
Thamar estaba cantando
desnuda por la terraza.
Alrededor de sus pies,
cinco palomas heladas.
Amnon a las tres y media
se tendió sobre la cama.
Vedra del escalofrío
cubre su carne quemada.
Thamar entró silenciosa
a la alcoba silenciada,
color de vena y Danubio,
turbia de huellas lejanas.

Thamar borrame los ojos
con tu fija madrugada.
Mis hilos de sangre tejen
volantes sobre tu falda.
Déjame tranquila, hermano.
Son tus besos en mi espalda

avispas y vientecillos
en doble enjambre de flautas.
Thamar, en tus pechos altos
hay dos peces que me llaman,
y en las yemas de tus dedos,
rumor de rosa encerrada.

Ya la coge del cabello,
ya la camisa le rasga.
Corales tibios dibujan
arroyos en rubio mapa.
Alrededor de Thamar
gritan vírgenes gitanas
y otras recogen las gotas
de su flor martirizada.
Violador enfurecido
Amnon huye con su jaca.
Negros le dirigen flechas
en los muros y atalayas.

Y cuando los cuatro cascos
eran cuatro resonancias,
David con unas tijeras
cortó las cuerdas del arpa.
 
García Lorca y Camarón